Hugo Ach

Desvarío 2011

DESVARÍO 2011

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   Es tan complejo de entender, que por mucho que se estudien unos comportamientos no asegura que vaya a hacer una cosa determinada. Es capaz de todo. Imprevisible. Desde crear lo más bello a protagonizar lo más humillante. Arquitectura, Música, Pintura, Literatura, Danza, Escultura o Cine. Calatrava, Mozart, Da Vinci, Neruda, Fred Astaire, Miguel Ángel o Chaplin. Sus grandes pasiones toman sentido cuando alguien las eleva hasta lo más alto. Es capaz de entretener y de provocar la admiración de otros al observar sus creaciones. Le hace evadirse, concentrarse durante un tiempo en cómo alguien igual a él ha conseguido algo tan espléndido de la nada. A esto se le denomina arte.

   Por contra, también es capaz de provocar las peores atrocidades imaginadas y todas ellas convergen en el temor que tiene hacia los demás y en ese sentimiento de superioridad o prepotencia. Es algo que a simple vista se contradice pero no lo hace y además uno complementa al otro. Cualquiera en el fondo se tiene sobrevalorado (como se llama en lenguaje motivacional: creer en uno mismo). Pero nadie piensa para él que es inferior a otro, y nadie se siente simplemente uno más. Todos se creen mejores que el resto. El temor que experimenta es un temor “¿Y si...?”. “¿Y si ellos nos atacan?”, “¿Y si ellos nos pillan por sorpresa?” llevándole a un “Pues antes de que lo haga él, lo hago yo”. Esto desemboca en las guerras. Tanto políticas como religiosas. Además, a estos problemas se le suma otro, y es hay pocos que piensan, y de esos pocos que piensan solo uno de cada veinte no es egoísta ni busca el bien personal. Los demás solo buscan enriquecerse a costa de otros: desigualdad social, división entre países desarrollados y tercer mundo, pobreza... Hoy hay en el mundo unas 25 guerras en activo, alguna con más de 60 años de antigüedad. La gran mayoría evitables y sin un sentido “noble”. Aún así, es obligatorio decir que otras son provocadas por el levantamiento de un pueblo para acabar con, normalmente, una dictadura que les oprime.
 

   Pocos se atreven a alzar la voz. Todos dicen ser diferentes, pero nadie quiere destacar. Esperan la llegada de alguien que les diga qué hacer. Así se graba en la historia (ya sea para bien o para mal) el nombre de esas personas que se negaron a ser igual que los demás. El “Ché”, Luther King o Ghandi. Hitler, Mussolini o Stalin.
 

   Otra de las características que tiene es la curiosidad. La inquietud por saber cómo funciona todo. Con ese afán empezó a poner números y a crear teorías para explicarlo, naciendo la física y las matemáticas, entre otras. Arquímedes, Newton, Leibniz, Einstein. Cada uno aportó su mente privilegiada. Desde el “Denme un punto de apoyo y moveré el mundo”, pasando por la ley de gravitación universal y “El último genio universal”, hasta la persona que cambió el modo de ver las cosas. El que enunció la teoría de la relatividad, el que dedujo la equivalencia entre la masa y la energía, el científico que deslumbró por completo a la ciencia. Tan influyente que aún hoy hay personas que intentan continuar sus teorías. Llamado padre de la bomba atómica, pero si él hubiese sabido lo que provocaría, no habría publicado ningún manuscrito.
 

   Y es que es perverso cuando quiere. Modifica o aclimata opiniones, avances, inventos para buscar su bien. Las empresas farmacéuticas se aprovechan de las personas. Lanzan virus, bacterias y provocan epidemias para así poder vender los antídotos que ellos tienen. Han llevado a un avance como la medicina a ser perjudicial en algunos casos (Gripe A).

   Por placer creó el deporte y su afán de superación le permitió crear competiciones. Siempre se mostró competitivo y quiso demostrar su superioridad a los demás. Desde el 776 a.C. hasta nuestros días. Juegos olímpicos, ligas, campeonatos mundiales. Ahí también se grabaron algunos nombres. Muhammad Ali, Michael Jordan, Ayrton Senna, Haile Gebrselassie o Lionel Messi. Destacados en sus disciplinas.
 

   Incluso para entenderse a sí mismo inventó ciencias. Fijaos si es complejo. Quiso hablar consigo mismo, descubrir qué se guardaba en su mente. Nació la psicología y, posteriormente gracias a ella, el psicoanálisis. Descubrió el Ello, el yo y el superyó; y con todo eso hizo ver que todos tenemos una parte de deseos ocultos y que el apetito sexual está muy presente en nuestro cerebro. Sin duda alguna aquí destacó Sigmund Freud.

   Nunca se contentó con lo que tuvo y quiso saber más, ¿De dónde viene? ¿Cuál es su misión? ¿Dónde va? Preguntas que se hacían hace ya miles y miles de años. Estas preguntas derivaron en otra ciencia, la filosofía. Ésta se fue preguntando cosas más complejas y para responder a algunas preguntas que generaban de ella, se tuvo que recurrir a la existencia de uno o más Seres Perfectos que manejaban el mundo según su antojo. Así de esta ciencia se derivó la religión (la de nuestros días). Pocas cosas creadas por el Ser Humano han causado más daño. Guerras, persecuciones, hogueras, inquisiciones, seguidores extremistas o atentados suicidas son algunos ejemplos. Pero la llegada de otro de los que quisieron destacar, inició una nueva etapa. “Dios ha muerto” proclamó Friedrich Nietzsche por boca de Zaratustra. Nos lo hizo ver como si un superhéroe se tratase y que no necesitaba nada más que su voluntad de poder para dar sentido a todo cuanto le rodea.

   Las inquietudes descritas le llevaron a querer conocer también qué hay más allá de nuestras fronteras, pero por culpa de la competitividad mencionada le llevó a una carrera espacial que se concluyó el día en el que Neil Armstrong pisó la superficie de la Luna (siempre rodeada por el escepticismo que causan las imágenes que difundieron). Porque es otras de sus cualidades. Dudar de todo que no esté claramente definido (aunque hay otros que prefirieron no dudar de lo abstracto e inventaron una nueva palabra, fe).

   Querer y querer más lo lleva en su ADN, además de ser egoísta tiende a ser avaricioso. Por conseguir ese otro invento nefasto, llamado dinero, es capaz de llegar a límites insospechados. Hacer de algo tan caliente y apasionado como es el amor, algo frío y vacío, o incluso llegar a matar a otros seres si es preciso para conseguirlo. Por su culpa también aparecieron mafias, creadas para el fin de ganar y ganar dinero mediante métodos intimidatorios, llegando a recurrir a la violencia.
 

   Pese a todo lo que hizo, para bien o para mal, no se puede dudar que siempre quiso compartir sus conocimientos. Por norma es egoísta, aunque hay de todo, pero (aunque no se confiese) todo ser humano es, en gran medida (aunque unos más que otros), egoísta. La diferencia entre el “generoso” y el “egoísta” que conocemos está en que el generoso comparte lo que no necesita, mientras que el egoísta no comparte absolutamente nada. Pero esto no se refiere al ámbito de la enseñanza. Por norma, quiso que sus conocimientos quedaran reflejados para que todos pudieran contemplarlos. Quizá en ese afán de dejarlos para la historia naciera la escritura. Con números, letras o jeroglíficos. Así todo lo que hiciera o pensara podría quedar redactado para que vinieran otros y continuaran sus hechos o ideas. O quizás simplemente por relajarse, como acostumbra a hacer un servidor, podría recurrir a ella.


   Se mire por donde se mire, es misterioso, no se puede dominar ni programar para que haga únicamente determinadas acciones. Siempre es y será impredecible, el impredecible SER HUMANO.


 

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